Lucifer se convirtió en Satanás al desear exaltarse a sí mismo para volverse como Dios, de manera que pudiera recibir adoración de sus compañeros ángeles. El deseo de adoración se encuentra en todas partes el día de hoy - en círculos políticos, de negocios y también en religiosos. En las religiones falsas, hay los también llamados Dioses-Hombres que de hecho son adorados también.
También en la Cristiandad encontramos hombres cuyo deseo es exaltarse a sí mismos por encima de otros con títulos tales como "Padre reverendo", "Doctor reverendo", "Pastor" - tal como los "rabinos" judíos, que Jesús condenó. Como raíz de dichos títulos se encuentra el mismo deseo satánico de desear ser adorado por otros. Este es el mismo espíritu que el Anticristo tendrá "hasta el punto de adueñarse del templo de Dios y pretender ser Dios" (2 Tes. 2:4).
Este deseo por la adoración de otros es también manifiesto de maneras más sutiles como el enviar reportes de su propio trabajo repletos de estadísticas y fotografías (generalmente con muchas de ellas con el líder del grupo predicando u orando).
El deseo de exaltarse a sí mismo por sobre los creyentes también puede ser visto al intrigar para convertirse en anciano de una asamblea, querer viajar por el mundo como predicador, asesorando a otros en varios temas (aunque ellos nunca nos hayan pedido opinión), criticar y hacer juicio sobre el trabajo de otros como "pretender muchos de ustedes ser maestros" (Santiago 3:1), predicando de manera hermosa sermones arreglados para el honor del hombre, tratando de probarse a sí mismos como mejores predicadores que otros, imitando los dones y ministerios de otros, justificándose a sí mismos cuando han caído en pecado (Lucas 16:15), y en muchas otras maneras en las que uno mismo busca aumentar su renombre.
Debemos ver claramente que todos esos deseos y otros muchos horribles duermen en nuestra carne, necesitando ser severamente juzgadas, si queremos ser librados de ellos. Sólo entonces tendremos la autoridad y poder de sacar este espíritu del Anticristo de nuestras iglesias.
El anticristo engañará al mundo a través de "toda clase de milagros, señales y prodigios falsos" (2 Tes. 2: 9,10). Satanás es el padre de mentira (Juan 8:44). El hijo de Dios que dice una mentira a través de su lengua está de hecho ofreciendo su lengua como un vientre para que Satanás conciba una mentira. El mentir es un pecado del que todos somos expertos. "Desde el vientre materno se desvían los mentirosos." (Salmos 58:3). Hay varias formas de mentir tales como decir medias verdades, presentar sólo un lado de la moneda (cuando queremos justificarnos), exagerar reportes acerca de nuestro trabajo o fantasear al relatar incidentes (tales cosas se encuentran en muchas biografías Cristianas en estos días, mismas que los creyentes generalmente se tragan sin discernimiento alguno), aparentar dolor o enfermedad para buscar pena o simpatía para uno mismo, aparentar ser generoso o interiormente puro (cuando uno no lo es), o relatar incidentes concernientes acerca de oración, ayuno o expulsar demonios para dar la impresión de que uno es experto en esos asuntos. Hay cientos de posibilidades para mentir.
Si usted ha sido derrotado por el pecado pero es honesto al respecto y lamenta el asunto, hay gran esperanza para usted. Pero si afirma que tiene victoria sobre el pecado o les da a otros la impresión a través de su predicación, y sin embargo está interna o privadamente derrotado por él, puede estar seguro de que las palabras de Jesús aplican a usted: "¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno?" (Mateo 23:33) -incluso si usted afirma ser un creyente bautizado en el espíritu.
La mentira no puede ser erradicada de nuestras vidas, a menos que tomemos una actitud radical acerca de ella cada vez que la detectemos en nuestra vida. Hay muchos hombres que hablan un idioma de santidad pero que no han tomado una actitud radical en contra de la mentira en sus vidas. El espíritu del Anticristo sigue teniendo poder sobre ellos, dado que buscan justificarse a sí mismos ante los hombres, pero no temen a Dios quien un día sacará todo lo secreto a juicio. Nuestras asambleas deben ser lugares donde los mentirosos de todo tipo sean expuestos sin piedad a través de la predicación de la palabra. Fue de esa manera que los anticristos fueron expulsados en los días de Juan y será la manera en que los anticristos serán expulsados en nuestros días.
Continuará.
