'Tú puedes vencer a Satanás'

Escrito por :   Zac Poonen Categorías :   Struggling
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Dios necesita mujeres hoy, que reflejen dignamente a través de sus vidas, la gloria que Él pretendía manifestar originalmente a través de las mujeres cuando creó a Eva.

Su Gloria Como Ayuda para el Hombre

Cuando Dios creó a Eva, lo hizo para que ella fuera ayuda idónea para el hombre (Gen. 2:18). La gloria de este ministerio se ve, cuando notamos que Jesús usó el título de "ayudador" para referirse al Espíritu Santo también (Jn. 14:16)!

De la misma manera en que el Espíritu de manera invisible y silenciosa, pero muy poderosa ayuda al creyente, la mujer fue creada para ayudar al hombre. El ministerio del Espíritu Santo es "tras bambalinas". Así debe ser el de la mujer.

La vida de Jesús también es un ejemplo para la mujer, ya que la Palabra de Dios declara que el hombre es cabeza de la mujer como Dios (el Padre) es la cabeza de Cristo (1 Cor. 11:3). Jesús siempre actuó en sumisión a su Padre. Una hermana temerosa de Dios siempre actuará de la misma forma con relación a su esposo. El error de Eva en el jardín del Edén es que ella no consultó con su esposo antes de tomar una decisión. Por lo tanto Satanás la engañó (1 Tim. 2:14). Donde Eva falló, Dios llama hoy a las esposas cristianas a manifestar la gloria de la sumisión a sus esposos, exactamente de la misma manera en que Jesús fue al Padre y la Iglesia es a Cristo (Ef. 5:24).

El pecado entró al universo a través de la rebelión de Lucifer. La salvación entró a través de la sumisión de Cristo. El espíritu de su humilde sumisión a la autoridad de Dios es el más grande poder que hay en el universo - ya que es el Espíritu de Cristo. Ese Espíritu conquistó todos los espíritus de rebelión en la cruz. Cuando una esposa se somete a su esposo, ella de hecho se está sometiendo a la autoridad de la Palabra de Dios, quien le ordena hacerlo, y está siendo influenciada por el más grande poder del universo. Incluso los esposos inconversos pueden ser ganados por ese poder (1 Pedro 3:12) Si ella vive en ese espíritu de sumisión durante su vida terrenal, será una vencedora, y calificará para reinar con Jesús por todos los tiempos (Ap. 3:21)

Aquí es donde Satanás de nueva cuenta trata de engañar a la mujer. De la misma manera en que hizo caer a los ángeles quiere hacer caer a la mujer - a través del espíritu de rebelión. Una esposa rebelde convierte su casa en un páramo árido, peor que un desierto (esa es la implicación de Prov. 21:19). Por otro lado, una esposa virtuosa y sumisa, corona a su esposo como a un rey y por lo tanto convierte su hogar en un palacio (Prov. 12:4). Su hogar puede ser un palacio o un desierto, espiritualmente hablando. Todo depende del tipo de esposa que usted sea. No es de extrañar que lo que Dios valúa más que nada es un espíritu humilde y tranquilo (1 Pedro 3:4).

Proverbios 31:10-13 describe algunas de las características de esta esposa virtuosa. Su corazón, manos y lengua son descritas como excelentes.

Nada se menciona acerca de su belleza física o encantos femeninos, ya que se declara que estos no tienen valor y son engañosos (v. 30). Sería algo excelente si todas las mujeres y jovencitas, y en especial jóvenes varones que están considerando el matrimonio, se dieran cuenta de este hecho.

La mujer virtuosa descrita aquí, tiene un corazón temeroso de Dios (v. 30) Este es el fundamento de toda su vida. Trabaja con sus manos, cosiendo ropa, preparando comida, plantando árboles y ayudando al pobre (v. 13-22). Usa su lengua en todo momento con bondad y sabiduría (v. 26). Es temerosa de Dios, trabajadora y amable - incluso si no es bella. La gloria de Dios se manifiesta a través de su corazón puro, manos ásperas y lengua suave. (Las mujeres del mundo, en contraste, tienen su corazón impuro, manos suaves y lengua áspera). Es en estas áreas que Dios busca hoy a las mujeres para manifestar Su gloria.

Como esposa, esta mujer virtuosa es una verdadera ayuda para su esposo. Le hace bien constantemente hasta el fin de su vida - no de vez en cuando (v. 12). En otras palabras, nunca pierde su amor por él. También se ajusta a sí misma a su profesión y llamado en la vida, complementando su ingreso con sus silenciosas labores en casa, siendo ahorrativa y cuidadosa con los gastos, para que no se desperdicie nada de dinero. Ella libera a su esposo de las responsabilidades del hogar, para que pueda tener un ministerio en la tierra del Señor (v. 23-27). No es sorprendente entonces que se diga de ella que de todas las mujeres del mundo (incluyendo primeras ministro y predicadoras) ella es la mejor de todas (v. 29). Tal mujer también merece ser alabada públicamente (v. 31) ya que ha entendido la gloria de su llamado como mujer.

El Nuevo Testamento le da gran énfasis a 'servir a los santos' en sus hogares. "Reciban en sus casas a los demás... ... Reciban en sus hogares a los que vengan de otras ciudades y países" (1 Pedro 4:9; Rom. 12:23 - BLS). La hospitalidad es primordialmente la responsabilidad de la esposa en el hogar. Puede recibir la recompensa del profeta, sin haber sido ella nunca una profeta, simplemente por recibir a un profeta en su hogar (Mat. 10:41). Será recompensada también por la hospitalidad mostrada hacia el más pequeño de los discípulos de Jesús (Mat. 10:41). El recibir a un apóstol en sus hogares es equivalente a recibir a Jesús mismo (Mat. 10:40). Del mismo modo, el recibir a un pequeño en el nombre de Jesús es equivalente a recibir a Jesús (Mat. 18:5). ¡Qué fantásticas posibilidades están abiertas para las hermanas en el área de la hospitalidad! Los cristianos primitivos (a los que Pablo y Pedro escribieron respecto a la hospitalidad), eran por mucho, muy pobres. Comida simple y un lugar donde dormir en el suelo, sin embargo, era todo lo que se les pedía que le ofrecieran a los santos. Es cuando los creyentes buscan el honor de los hombres que sienten que no pueden ser hospitalarios, hasta que sean capaces de ofrecer ricas comidas y grandiosas habitaciones. 1 Tim- 5:10 indica que ¡hasta las viudas pobres en el primer siglo, servían a los santos en sus hogares!

La gloria de Dios se muestra en una mujer que ha visto su llamado como edificadora del hogar.

Su Llamado Como Madre

Adán llamó a su esposa "Eva" porque fue una madre. En la luz pura de la presencia de Dios, en el Edén, él sabía claramente cual era el ministerio de su esposa. Eva también lo sabía. El pecado y las tradiciones humanas (influenciadas por Satanás) sin embargo, han empañado ahora el entendimiento de la mujer, para que ya no pueda ver su gloria como mujer. Los niños son llamados ahora por el satánico nombre de 'accidentes' mientras que Dios les llama 'regalos' (Sal. 127:3). También son considerados una 'molestia', mientras que Dios los considera como una 'bendición' (Sal. 127:5; 128:4). Esto no es más que otra indicación de qué tan lejos la gente, incluso algunos que se hacen llamar cristianos se han alejado de Dios y han satanizado su pensamiento.

Sin embargo, la madre de Timoteo, Eunice, era muy diferente. Ella había visto claramente su llamado. Aunque su esposo no era creyente (Hechos 16:1) no disminuyó su fe. Ella era una mujer con 'fe sincera' (2 Tim. 1:5) que conocía la Palabra de Dios. Ella le enseñó la Palabra de Dios a Timoteo (2 Tim. 3:14,15); y más que eso - le impartió también su fe sincera. La casa de Timoteo era una en la que su madre le permitía respirar el aire puro de la 'fe' en medio de un mundo lleno de los humos venenosos de la incredulidad. Él probablemente veía a su madre frecuentemente en oración, frecuentemente alabando a Dios, confiando en Dios en situaciones difíciles y nunca fastidiando o quejándose - ya que estas son algunas de las características de la 'fe sincera'. No es de sorprender entonces que Timoteo haya crecido para convertirse en un apóstol y en un cercano colaborador del apóstol Pablo. Las obras de su madre finalmente rindieron fruto.

Esto debería ser un reto para todas las madres del siglo XXI. Eunice, la madre de Timoteo, hizo más para el Señor y para la iglesia al ser una madre de primera clase por 16 o 20 años, que lo que nunca habría podido hacer si hubiese viajado por el mundo como predicadora durante 100 años. En tiempos más recientes, hemos escuchado de Susannah Wesley, quien fue la madre de 15 hijos. La pobreza azotaba su hogar y algunos de sus hijos murieron en la niñez. Pero crió a los demás en el temor de Dios, instruyendo personalmente a cada uno de ellos. Uno de sus hijos, John Wesley, creció para convertirse en un poderoso instrumento en las manos de Dios. Millones a través del mundo han sido bendecidos durante los últimos dos siglos, a través de su obra y escritos. Susannah Wesley nunca hubiese podido hacer ni siquiera una fracción de lo que su hijo hizo, si hubiera desatendido su hogar para irse a trabajar para hacer más dinero, o incluso viajado a través del mundo como maestra de Biblia o evangelista.

Al hablar de los ministerios de hombres y mujeres, Pablo le dijo a Timoteo que, aunque las mujeres no pueden tener el ministerio de ser maestras o ancianos, pueden tener el ministerio de la maternidad (1 Tim. 2:12,15). En el contexto de la carta, es obvio que Pablo considera la maternidad como un ministerio en la iglesia. Este es el Segundo ministerio que Dios llama a la mujer a ser - una madre temerosa de Dios para sus hijos.

Timoteo había visto la gloria de Dios por él mismo en su hogar de la niñez. Ahora iba a enseñar eso a otros en Éfeso.

Los hombres superan a las mujeres en todas las profesiones de la vida. Sólo en un área las mujeres se levantan como únicas - como 'madres' Esto, en sí mismo, indica la razón para la cual Dios creó a la mujer. Las madres que han desatendido a sus hijos ya sea para trabajar y ganar dinero (para vivir en mayor lujo) o incluso para ser predicadores, han tenido invariablemente la triste experiencia, al paso del tiempo, de ver a sus hijos sufrir de una u otra manera, por haber sido desatendidos en sus primeros años de vida. Ahora no pueden hacer otra cosa más que lamentarse. Esto debería ser una advertencia a las generaciones de mujéres jóvenes. Si una madre va a trabajar, para buscar la supervivencia financiera de su familia, Dios ciertamente le dará a esa familia gracia extra. Pero cuando el motivo es el lujo o un estándar más alto de vida, ella sólo puede esperar segar corrupción, ya que Dios no puede ser engañado (Gal. 6:7,8).

Que todos los ojos de las madres sean abiertos para ver la gloria de su llamado.

Su Gloria Como Testigo para Cristo

El principal testimonio de una mujer para Cristo, como hemos visto, es ser la ayuda idónea del hombre y la madre de sus hijos. Pero Dios también la llama a ser un testigo por su boca. Dios nunca ha llamado a una mujer en la época Nuevo Testamento a ser apóstol, profeta, evangelista, pastora o maestra. Hubieron profetizas en el Antiguo Testamento - la última de ellas fue Ana. Pero la única profetiza que aparece en el Nuevo Testamento (después del día de Pentecostés) es Jezabel, la falsa profetiza (Ap. 2:20). Toda mujer que afirma ser una profetiza o predicadora hoy, es por lo tanto seguidora de Jezabel. Que nadie se equivoque en ese hecho. Todos los 'Elías' de Dios deben resistir y exponer a esas 'Jezabeles' (1 Reyes 21:20-23). En el Nuevo Testamento, las mujeres podían profetizar ocasionalmente como lo hacían las hijas de Felipe. (aunque es claro que estas hermanas no eran profetizas; ya que cuando Dios quiso dar un mensaje al apóstol Pablo, que estaba de visita en la casa de Felipe, no usó a ninguna de las cuatro hijas de Felipe, sino que trajo al profeta Agabus, que estaba a 50 millas de distancia (Hechos 21:8-11). Jesús nunca llamó mujeres para que fueran parte de sus apóstoles, ya que él nunca tuvo la intención de que la mujer tuviera autoridad por sobre los hombres (1 Tim. 2:12). Pero aunque ninguno de estos ministerios esté abierto para mujeres, ellas pueden testificar del Señor en muchas otras formas.

María Magdalena fue la primera testigo del Cristo resucitado. Ella no fue evangelista, sino una testigo fiel que testificó acerca de lo que había visto y experimentado. Toda mujer debe ser bautizada en el Espíritu Santo y fuego (como María y las otras mujeres fueron en el día de Pentecostés) con el fin de ser testigos para Cristo (Hechos 1:8-14), Las restricciones de la cultura hindú previenen que las mujeres hindúes escuchen el evangelio a través de las bocas de hombres. Sólo mujeres llenas del Espíritu lo podrían hacer. Cada hermana en Cristo con temor de Dios debe por lo tanto tomar su responsabilidad de llevar el evangelio a aquellos con quien esté en contacto - parientes, amigos, vecinos, otras mujeres, etc.

El Nuevo Testamento enseña que una mujer puede también orar y profetizar en la iglesia, si tiene su cabeza cubierta (1 Cor. 11:5). La oración es uno de los ministerios principales en el que las hermanas se pueden involucrar para la edificación de la iglesia. Dios ciertamente está hoy buscando mujeres que se involucren en la oración secreta para lograr los propósitos de Dios. Las mujeres también pueden profetizar. Hechos 2:17,18 claramente afirma que cuando se derrama el Espíritu, tanto hombres como mujeres profetizan. Esta es parte del bautismo del Espíritu Santo y la vida llena del Espíritu en la que Dios y el creyente trabajan juntos. Ella puede compartir la palabra de Dios en un espíritu de sumisión durante las reuniones de la iglesia, siempre y cuando no intente enseñar (1 Tim. 2:12). A las mujeres de mayor edad se les exhorta a enseñar a las más jóvenes cuestiones prácticas relacionadas a su conducta en casa (Tito 2:4,5). 'Servicio' es uno de los dones que Dios ha dado a la iglesia (1 Cor. 12:28). Todas las hermanas -jóvenes y mayores- deben buscar este don para poder ayudar a la iglesia en varias maneras prácticas. Había muchas hermanas santas en la iglesia primitiva ("Febe ha ayudado a muchos" - Rom. 16:1,2. ver también v. 3,6,12). Dios desea que haya muchas también mujeres así hoy.

El que una mujer se cubra la cabeza (enseñado en 1 Cor. 11:1-16) tiene un simbolismo:

(a) Que la gloria del hombre debe ser cubierta en la iglesia (v. 7).
(b) que la gloria de una mujer también debe ser cubierta en la iglesia (v. 15) - Ya que el cabello largo de una mujer es su gloria. (Las mujeres están conscientes de esto, y por ello es que aunque algunas de ellas sí cubren sus cabezas, lo hacen sólo parcialmente)
(c) Que ella está sometida a la autoridad del hombre (v. 10) - ya sea su esposa, padre o anciano..

De acuerdo al v. 16, cada iglesia que sea iglesia de Dios insistirá en esta cobertura de la cabeza por parte de las mujeres.

Una mujer también debe ser una testigo fiel de Cristo a través de su vestido. El Espíritu Santo prohíbe totalmente tres cosas a las mujeres cristianas - peinados ostentosos, ropas caras y joyería (mencionado dos veces, en 1 Tim. 2:9 y 1 Pedro 3:3). Toda hermana temerosa de Dios y obediente a la palabra de Dios obedecerá hasta el más pequeño de estos tres mandamientos exactamente (Mat. 5:19). Las mujeres deben ser también modestas y discretas en su vestimenta (1 Tim. 2:9). La ropa está hecha para cubrir el cuerpo de una mujer, no para mostrarlo. Ninguna hermana temerosa de Dios permitiría que un sastre cortara y 'diera forma' a sus vestidos de acuerdo a la moda de las mujeres del mundo. El pantalón o falda a la cadera, la blusa escotada y los labios y uñas pintadas son marcas de las seguidoras de Jezabel (2 Reyes 9:30), no de las discípulas de Jesucristo. (Lea Is. 3:16-24 cuidadosamente, para ver cómo Dios denuncia las modas y la joyería de las hijas mundanas de Sión).

Ya que Satanás está ansioso de destruir la distinción entre los sexos ordenada por Dios, no es sorprendente que ha traído al siglo XXI a mujeres que se cortan el cabello como hombres y les gusta usar ropa de hombres (lo que Dios dijo que era una abominación ante Él - Deut. 22:5). Las esposas dominadoras y las mujeres predicadoras son todas parte del desplazamiento de la mujer cristiana cada vez más lejos de Dios y de su Palabra.

En medio de todo esto, Dios necesita mujeres que se queden dentro de las fronteras de lo que Él ha establecido en Su Palabra, que manifiesten la verdadera gloria de la feminidad a través de sus vidas. Determine con todo su corazón que usted será una mujer conforme al corazón de Dios, en estos últimos días, en medio de una generación adúltera y pecadora y una cristiandad que claudica.

Dios le dará gracia por esto, si usted lo desea realmente.